Con la teoría
"Superflat/superplano" sin perspectivas, Takashi Murakami
(Tokyo, 1962), trata de demostrar la falta de emociones de la sociedad
contemporánea japonesa, y reclama el `plano' como valor autóctono, derivado de
su pintura tradicional, del mundo de los cómics y de los dibujos animados. Y lo
hace este artista provocativo, colorista y desenfadado, en la remodelada sala
municipal de Casa Revilla, principalmente a través de litografías en las que
funde las técnicas de pintura tradicional japonesa con modernos estilos
gráficos, y técnicas de ilustración actuales, así como otras influencias de la
cultura Pop occidental.
Sus composiciones son
tan características que han dado origen a un nuevo género, el
"Superflat" que hace referencia al hecho de que el espacio pictórico
que crea es plano y puede leerse indefinidamente desde diferentes puntos de
vista, sin que tampoco exista una jerarquía clara entre los elementos de sus
cuadros.
Desde aquí el universo
fantástico de los trabajos de Murakami recuerda la condición mental de la
sociedad de su país, que ha superado el trauma bélico, desarrollando un lado
infantil en la sociedad de consumo, y oscuro. Un costado que recuerda el Pop de
Wharhol, alejándose de la matriz densamente espiritual que caracteriza la
poética de este autor singular. Sus esculturas y cuadros bien representan a una
espiritualidad fantacientífica y metafórica que pertenece a nuestro presente,
en el que el mal se esconde de forma sutil en la melancolía de sus personajes.
Esta exposición de Murakami, en la Casa Revilla, se clausurará el 15 de
noviembre.