Domingo, 15 de noviembre de 2009
![[Img #1422]](upload/img/periodico/img_1422.jpg)
Patrimonio Nacional, con la colaboración de la Fundación Santander, presenta en salas del Palacio Real, de Madrid, la exposición "Brillos de bronce. Colecciones de reyes", en la que se incluyen 130 pequeñas esculturas que llegaron a los distintos monarcas entre los siglos XV y XIX como regalos de Estado o diplomáticos, constituyendo un conjunto de piezas representativas de los gustos imperantes en un largo trecho de las historias. La comisaria de la muestra, Rosario Coppel, señala que "no se ha hecho nunca en España una exposición como ésta"; agrupa piezas de colecciones españolas y extranjeras que en ningún caso superan los 50 centímetros.
Junto a estos bronces que formaron parte de la cortesía entre los poderes imperantes, se presentan como oportuno complemento, una selección de volúmenes calcográficos y óleos muy significativos en el discurrir de la historia en la Edad Moderna y principio de la Contemporánea.
El pequeño bronce surgió en Italia durante los primeros años del Renacimiento, como objeto precioso de colección de las
Wunderkammern -Cámara de las maravillas- y
studiolos -gabinetes de príncipes y aristócratas-. Se trata de esculturas vaciadas por el método de la “cera perdida” y modeladas con una perfección técnica que llegó a superar a la de los antiguos. Sus inicios coincidieron con el afán coleccionista de antigüedades o “antiguallas”, como aparecen denominados en los inventarios. La facilidad de reproducción,frente a la dificultad que entrañaba conseguir piezas antiguas, contribuyó de forma decisiva al éxito de este coleccionismo.